domingo, 12 de septiembre de 2010

Últimos días de verano. III

He sentido que la tierra tambaleaba bajo mis pies, haciendo que todo diese vueltas... ha descolocado mis sentimientos y aunque quería evitarlo, necesitaba explotar, y de una manera u otra, me dejé llevar por momentos, situaciones... que solo me llevaron aún más al abismo de la confusión.
No quise en ningún momento llegar a esa situación, y sí, digo con la cabeza muy alta que me arrepiento de en ese momento dejarme llevar por el orgullo y permitir que surgiesen las comparaciones, permitirme perderme... y durante unos instantes las dudas planeasen en el ambiente.
Necesité escapar, huir... más que nunca eché de menos uno de tus abrazos, y es cuando me di cuenta realmente de la realidad y decidí hacer caso al camino que marcaban cabeza y corazón. Esto es así, y siempre lo ha sido, he sido yo quién tomo la decisión, y aunque por una milésima de segundo, comparada con el resto del tiempo, la venda estuviese frente a mis ojos, seguiré el camino que empecé un día a tu lado. Por que si de algo estoy segura es de todo lo que tengo contigo.





Desde hacía unos días, la sonrisa volvió a su rostro. No era una sonrisa comparable a ninguna otra, era una sonrisa que solamente él era capaz de conseguir. Era el más puro signo de tranquilidad, seguridad y estabilidad entre tantos instantes de preguntas y abismos de inseguridad. Los días pasaban, y el tiempo cada vez era menor, los nervios continuaban aflorando, cada vez mas agudos, mas inquietantes, y su sensación de fragilidad se hacía más latente. Oírle decir que la quería a ella, fueron las mejores palabras que pudo escuchar. No necesitó más para darse cuenta de que su futuro estaba escrito junto a él, por muy difícil que fuese.

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