sábado, 16 de julio de 2011

Infidelidades.

El día que hizo la mudanza, ella evitó estar presente. Recogió sus cosas rápidamente y se quedó observando las de ella. Era como si las mirase por primera vez. Todo aquello a lo que antes no había prestado demasiada atención ahora le parecía extraño. Como si perteneciese a una persona desconocida. Ella le había dejado una carta encima de la cama. A veces necesitaba explicar por escrito lo que le pasaba, le había escrito cartas después de algunas discusiones, o de algunos momentos felices, a veces sin que hubiera un motivo concreto. Esta vez le había copiado unas frases de un libro que estaba leyendo. Era su carta de despedida:
He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso pero no tiene porqué ser una tragedia.Si uno no dejase nunca a nada ni a nadie... no tendría espacio para lo nuevo. Evolucionar constituye una infidelidad, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Cada día debería tener al menos una infidelidad esencial, una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fé en el futuro. Una afirmación de que las cosas pueden ser, no solo diferentes, si no mejores.  



 

todas las canciones hablan de mi.

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