viernes, 16 de septiembre de 2011

Resaca.

Como disfraz, una copa en la mano y en la cabeza otras seis o siete que le sigan. Para desayunar resaca, de esa que te hace daño y solo permite que te acompañen pequeños pedazos de la noche anterior, el resto mejor que no vuelvan. Que tampoco vuelvan las palabras directamente proporcionales a todo el cariño que se ha desperdiciado por el camino. Dolor. Para el de cabeza, un hibuprofeno, o dos o tres... que te hagan perder el conocimiento. Hasta el borde del suicidio no... pero casi. Para el dolor del corazón... para ese aun no han conseguido descubrir la medicina adecuada. Cuando duele es porque le han arrancado un pedazo y se siente incompleto. Ambiente inundado de canciones que hablan de nosotros. ¿A ti te han pedido permiso para contar nuestra historia? A mi no me ha llamado nadie, ni siquiera tu. No importa, jugaremos al espejo, tiraré de alguna historia inventada, de la misma manera que harás tu, y aliviaré el dolor. Si no consigo el objetivo, siempre quedarán días y noches de sobra para volver a empezar. 










Mañana tendré resaca otra vez.



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