martes, 19 de marzo de 2013

Ausencia de motivos.

Todo tiene un final. Y no todos tienen por qué ser algo negativo. Lo mejor de los días duros, o difíciles, es cuando acaban. No por no tener que seguir soportándolos, sino, porque si te paras a pensar, te das cuenta de que has podido con ellos. Un año más. En verdad esté ha sido el más complicado de todos. No quiere decir que los anteriores fuesen más fáciles. Simplemente, aun me quedaba algún motivo para unirme a esa mayoría de personas para las que, vete a saber por qué, o quién, hoy está marcado en el calendario como un día especial. Mis motivos no están. Ni hoy en mi calendario lucia un círculo rojo. No me he arreglado para salir a comer con nadie. Ni lo he hecho para una cena especial. Por equis cuestiones, nuestros caminos se separaron. Eso no quiere decir, que no me duela celebrar el día de hoy. Me lleva doliendo cada día, desde hace mucho tiempo. Cada día. No solamente hoy. Pero aparentar ser fuerte, implica que nadie se preocupe por como te sientes realmente. Sé que hay decisiones que he tomado yo misma, que han hecho que ciertas direcciones fuesen contrarias. Y casualmente, esa parte, es la que menos me duele. El resto, los motivos que se han ido borrando en contra de mi voluntad, son los que más peso me aportan.
Pero ya no hay sol. En realidad, no lo ha habido en todo el día. Las nubes se han encargado de ocultarlo. Supongo que la luna permanecerá ahí fuera, con la vista empañada por las gotas de agua que durante todo el día se han encargado de cubrir el asfalto. Y ya nada obliga a seguir soportando este día. Por fin se acabó.





No hay comentarios:

Publicar un comentario