domingo, 22 de septiembre de 2013

Adiós verano.



Se va el verano y ahora es cuando supuestamente,
 debería llorar ¿no? 

Pero no puedo llorar por algo que no me da pena que termine, bueno en parte sí, pero solo por el rollo este de tener que ir con mil capas de ropa, de los días sin sol y la odiosa lluvia. Por nada más, porque ni de lejos ha sido el verano de mi vida, si no, más bien todo lo contrario en todo su esplendor. Pero realmente tengo ganas de este adiós. De una nueva estación, de una nueva rutina, que, aunque en dos semanas ya la estaré odiando, estoy segura de que me aportará esa estabilidad que necesito. 

No sé, tengo esa sensación, que a pesar de que todo va a ser nuevo y nada fácil, viene cargado de un montón de cosas buenas, y el otro día ya me pasó y no me equivoqué, espero que ahora tampoco me falle mi intuición.

Está claro, que si "te quedas dormid@ en los laureles" el éxito o la satisfacción de las cosas bien hechas no van a venir cogidos de la mano y llegar a ti por arte de magia, y como estoy más que dispuesta a poner de mi parte el 200%, ya sólo por eso, valdrá la pena dar un salto más. Además, si algo he aprendido esta semana, es que si esperas que llegue algo, o no llega o tarda en hacerlo más que nunca, y sin embargo no merece la pena tirar la toalla, porque el mantener viva la ilusión en algo, te brinda la oportunidad de que la vida te sorprenda con un montón de cosas buenas, y que compartiré con vosotr@s a lo largo de esta semana, ¡la semana de los cambios! .


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